
La mente de un pintor es como el plano de un laberinto, en el que la realidad se combina con la fantasía para dar paso a una obra arte irrepetible. Es también un espejo de 360 grados, que siempre toma el color del objeto que se refleja y el pintor puede plasmarlo de tal modo que parecerá vivo con la luz y la sombra. Así mismo, está saturada de todas las formas producidas por la naturaleza que se cruzan en la vida del pintor, a través de sus ojos (las ventanas del alma) que son su única conexión con el mundo mortal.
Considerado el más famoso artista del Renacimiento y uno de los grandes genios de todos los tiempos, el virtuoso florentino Leonardo da Vinci destacó como pintor en una de sus tantas facetas. Fueron sus cuadros y frescos magníficamente ricos los que inmortalizaron su nombre. Como escribió Dimitri Merejovski: “Leonardo da Vinci fue un hombre que despertó cuando todos los demás seguían durmiendo” y eso lo tradujo en cada una de sus creaciones.
Da Vinci cuenta con un número de cuadros nada desdeñable. La gran mayoría de ellos son retratos de mujeres de aquella época. No pude obviar este dato porque él es admirado por personas de todas las generaciones y espacios culturales, debido a la extraña sonrisa de una mujer (“La Gioconda”). Por ende, algunas interrogantes surgen en mí: ¿Qué sublimes misterios oculta Da Vinci tras los rostros de las mujeres que perpetuó? ¿Qué perturbadoras revelaciones se confunden bajo las inquietantes expresiones de esos semblantes todopoderosos? ¿Alguna de ellas fue más que una modelo en la vida del pintor?
Efectivamente, Da Vinci es un maestro del claroscuro, un perfecto dibujante, un refinado colorista y un cuidadoso analista de las expresiones del rostro, en particular un maravilloso intérprete de la dulzura femenina.[1] Dichas características las podemos constatar en su obra “La despeinada”, en italiano “Testa di fanciulla” o “La scapigliata”. Esta pintura, a pesar de estar inacabada, muestra una gran belleza femenina.
Leonardo Da Vinci dijo: "Las mujeres las hemos de representar en actitud cohibida, piernas muy juntas, brazos recogidos y cabeza baja y ladeada". Así se presenta “La despeinada”, retratada en tierra oscura, ámbar verdoso y pintura sobre tabla. Tiene el cuello triangular, cerrado y con un alzamiento en su parte izquierda mientras que la derecha aparece más baja frente a la mirada del espectador[2], en una asimetría perceptiva muy interesante.
Da Vinci también afirma que la belleza sólo permanecía inmortal en el arte, y que podía hacer tangible lo intangible. Pues la hermosura joven y lozana de “La despeinada” nos transmite una sensación de serenidad atrapada en el rostro de una mujer que prevaleció a las barreras del tiempo y del espacio.
Al mirar este cuadro, siento que ella alzará en cualquier momento la cabeza y clavará sus ojos en los míos. Quizás el genio Da Vinci no pudo resistir la penetrante mirada femenina, que sin usar palabras habla, que sin tener boca grita, que sin tener brazos abraza, que sin tener corazón late a mil por hora.
“La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega” (Leonardo Da Vinci). “La despeinada” es un conjunto de bellos versos que encierran ternura y fragilidad pero a la vez una enigmática energía que transporta al espectador al limbo de la felicidad.
Recuerdo que en la película “Ever After” (la historia de Cenicienta) Leonardo Da Vinci obsequia como regalo de bodas a Cenicienta, convertida ya en princesa, este retrato. Naturalmente es una adaptación cinematográfica. Sin embargo, quien haya sido la inspiración del pintor, sin duda tuvo una conexión con el cielo que le dio el don de una belleza angelical y una dulzura que se penetra en un ligero sentimiento de pesar.
Al igual que “La Mona Lisa”, la ambigüedad en los labios de “La despeinada” muestra una breve sonrisa que se confunde con tristeza, dependiendo la perspectiva de su observación. Además, el desorden de su cabello (de allí su nombre) podría significar que fue retratada contra el viento o simplemente Da Vinci quiso transmitir un toque de desequilibrio propio del cualquier alma humana.
Los misterios que enclaustran los cuadros de Leonardo Da Vinci permanecerán sin resolver. Sus modelos se llevaron el secreto del pintor a la tumba. No obstante dejaron que su belleza, perecedera en vida, sea inmortalizada en el lienzo. “La despeinada” seguirá siendo objeto de contemplación y la imaginación de los soñadores volará pensando en como pudo haber sido la totalidad de este cuadro inconcluso.
[1] http://www.wikilearning.com/monografia/leonardo_da_vinci-pintura/3684-2
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/CategorÃa:Cuadros_de_Leonardo_da_Vinci