sábado, 29 de mayo de 2010

Concierto de Dina Paucar y Los Caribeños de Guadalupe

Domingo 3 de junio del 2007 / Mercado Santa Rosa – Chorrillos


La música es un sentimiento unificador y de gozo. No importa disfrutar de ella a pesar que sea domingo en la noche y al día siguiente se deba ir a trabajar, no importa regresar con los pies exhaustos y la garganta a punto de explotar, tampoco levantarse con dolor de cabeza por extralimitarse con la cerveza. Al igual que sucede en todos los conciertos lo único que importa es divertirse junto a los suyos y olvidar aunque sea por alguna horas los problemas de la dura vida diaria.

Los concurrentes al esperado concierto de “Los Caribeños” y de “La diosa hermosa del amor Dina Paucar” se iban acomodando desde temprano junto a la boletería. Algunos esperaban que un revendedor les ofreciera un precio “más cómodo” y asequible, otros disfrutaban de una comida al paso (especialmente de los anticuchos), entre otras actividades parte del comercio informal y ambulatorio.

Me sorprendió observar en la fila, antes de ingresar, a un considerable número de jóvenes (entre 18 y 25) quienes esperaban ansiosos e incluso entonaban algunas canciones de Dina Paucar y gritaron emocionados cuando se asomó el carro en el que venía la orquesta “Los Caribeños de Guadalupe”. Ignoraba que este tipo de música también era del agrado de jóvenes, ya que en los diferentes programas televisivos siempre se enfoca a grupos de asistentes que sobrepasan los 30 ó 35 años. Cuando pregunté a algunas chicas sobre su interés en estos ritmos musicales (la cumbia y lo vernacular) casi todas respondieron que en sus casas sus padres escuchaban con mucha frecuencia a estos artistas y la costumbre las arrastró al gusto, además de sentirse identificadas con sus canciones de contenido romántico.


Una vez en la cola para la entrada, no faltaron los concurrentes que se querían colar empujando o trataban de apoderarse de lo ajeno. Al momento de ingresar, una par de personas estaban repartiendo unos CDs y pósteres de la orquesta “Los Caribeños”. A la mayoría se les obsequiaba uno sin decirles nada, pero cuando nosotros entramos el señor que me entregó el CD me lo extendió diciendo: “toma, para que escuches esta música, vas a ver que te va a gustar”. Ésta persona rápidamente reconoció al momento de la entrada que nosotros no éramos el estereotipo común de la mayoría de personas que acuden a ese tipo de conciertos, por ello nos diferenció pero no nos negó un CD. Al contrario trató de incluirnos a ese gran grupo y que nosotros conozcamos un poco más sobre ese ambiente no muy concurrente para muchos de nosotros.

“Los Caribeños” empezaron hacer lo suyo y llenaron a su fans de histeria. De rato en rato, el animador hacia diferencias entre los asistentes con frases como: Quienes son del norte, de Chorrillos, de la Alianza, son mujeres, solteros, etc. De esta manera a pesar de que todos formaban parte de una gran masa unificada por el gusto a un mismo tipo de música y estilo de concierto, a su vez se hizo notar los micro grupos que no eran del todo iguales entre ellos.

Transcurría el tiempo y con el aumento de las canciones interpretadas, la mayoría de nosotros se iba sintiendo en un ambiente más cómodo y ya no tanto “no familiar”, es que la música (en cualquiera de sus géneros) siempre sabe homogenizar (aunque sea por pocas horas) lo heterogéneo.

Tuvimos que partir con los deseos de ver a la diosa hermosa del amor quien todavía iba hacer su aparición dentro de un par de horas, y dejamos a “los nuevos triunfadores” gozando del espectáculo, que personalmente me ayudó a experimentar un lado de Lima que nunca conocí de cerca, al que solo lo vi a través de la tv., a despejar algunos prejuicios y a disfrutar una linda noche entre amigos.

La gran Lima está cambiando y ahora todo el que se proponga puede disfrutar del “triunfo” y mejorar su calidad de vida y la de los suyos. Sin embargo, nunca olvidarán sus raíces y sus costumbres, de las que muchos se sienten orgullosos.

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